Batania, instinto neorrabioso, asombrado ante la estrechez de miras de los editores de poesía, que insisten en presentar los primeros libros de poetas jóvenes como si fueran artículos de lectura, y profundamente convencido de que esos libros se venderían mejor a condición de no leerlos, ha compuesto esta lista revolucionaria para divertimento propio, provecho de poetas y rescate de editores, donde detalla las múltiples utilidades que puede ofrecer el primer libro de un poeta joven:
1
Como regalo para tu prima tonta, que te lo devolverá al de una semana, oye, que no me entra en el video, ya te dije que el mío es VHS.
2
Como forma de amenazar a tus hijos, Joaquín, o terminas la sopa o te hago leer este libro, tú sabrás lo que haces.
3
Como posavasos.
4
Como cuña para estabilizar tu armario cojo.
5
Como objeto contundente para arrojar contra el alcalde, la policía o los novelistas.
6
Como chaleco antibalas, pues está demostrado que las balas pierden toda su fuerza intentando esquivar los versos malos.
7
Como regalo venganza para tu ex novia, antes de colgar vuestro video porno en internet.
8
Como abanico.
9
Como comienzo de tu carrera de poeta, pues si haces el esfuerzo de comprar tamaño endriago, el autor del libro se verá obligado a comprar el tuyo.
10
Como libreta de apuntes.
11
Como consuelo cuando hayas hecho el ridículo, pues no hay como leer una sola página y darse cuenta de que otros tienen menos vergüenza.
12
Como base de repostería.
13
Como remedo de biblia para hacer juramentos.
14
Como papel higiénico, aunque se recomienda utilizarlo con la nariz tapada, porque los poemas y lo que sale del culo suelen estar hechos del mismo material.
15
Como reliquia.
16
Como flotador salvavidas, pues todo lo que es hueco te mantiene a flote.
17
Como papel para hacer fuego.
18
Como anzuelo de ligón, para presumir de muchacho sensible.
19
Como souvenir.
20
Como objeto impreso no identificado (OINI).
21
Como regalo para el día de la madre (las madres lo resisten todo, las pobres).
22
Como parte necesaria del disfraz de friki.
23
Como manera de tener obligado al poeta que escribió semejante engendro, pues te deberá un favor para toda la vida.
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