lunes, 6 de febrero de 2012

FRANCISCO UMBRAL animará este domingo a los poetas inéditos

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Algún columnista ha comentado con poca simpatía mi proclamado uso de arrojar a la piscina (en invierno; en verano la uso para bañarme y que se bañen mis amigas) los libros que no me gustan. El chisme es verdad. [...] En un país que lee poco, la oferta literaria es abrumadora por numerosa y por mala. Pasa en todas partes, en todo Occidente. Y no es sino una consecuencia de la filosofía del exceso en que ha entrado el capitalismo: muchos coches, muchos juguetes, muchos libros, muchos vídeos, muchas tetas, muchos regalos, muchas loterías y concursos, mucho salchichón, mucho campofrío, muchos donuts. Es una ley que cuantas más bobadas hay en el mercado más bobadas se venden, por lo menos la mitad, aunque se tire la otra mitad, un riesgo ya calculado. Si no quiere uno morir de infarto consumista o de aviso del Banco, alguna aduana hay que poner. Mi aduana es la piscina


FRANCISCO UMBRAL, La piscina, El Mundo, 20 de diciembre de 1992
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