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Verónica Gil, el caballo blanco del poeta neorrabioso, ha atendido finalmente a las presiones del mismo de siempre y se ha apuntado al bando obvio. La poeta de La Elipa, que partirá con la ventaja de ser anfitriona, jugará de defensa para sacar partido a sus uñas, ahora que se las ha dejado largas. Verónica anuncia regates y regatas, patadas y patodos, arañas y arañazos.
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