FOTO: Beatriz
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El día no pudo ser mejor. Hasta el tiempo acompañaba. Era una de esas mañanas de mentira otoñal, más tendentes a la primavera de finales de mayo que al octubre que nos acontece; el rostro rojo del día después da fe de ello. Llegué al evento con puntualidad germánica, tal y como Batania pidió, y no fui el único. Parece que los poetas, seamos obvios o elípticos, sabemos llegar a tiempo cuando nos viene en gana.
Cuando Alberto Yago marcó el cuarto gol de su cuenta y el octavo de su equipo, aquél que sentenciaba el partido en favor de los poetas obvios, hasta la araña que moraba en la escuadra de la portería elíptica se frotó los ojos: sólo media hora antes, el equipo obvio brujuleaba por el campo víctima de sus maneras silvestres, su baja condición física y su repertorio técnico inexistente. Eran los momentos donde los poetas elípticos se enseñoreaban de la cancha merced a su buen criterio en el pase y a la exhibición de un caudal amplio de destrezas, con un Juanse Chacón habilidoso y preciosista en el regate, un Álvaro Guijarro con clase y visión de juego, un Federico Ocaña cuyas incursiones por la banda causaban estragos, y una Silvi Orión que parecía hallarse en todas partes. Qué pasó, de qué forma lo imposible se tornó posible, quién puso el cencerro al cisne, canta, oh musa, etc, etc.
Contradicción: párpado rodeado de mil ojos, con una estaca de madera clavada en la pupila, porque así se curan muchas enfermedades venéreas, poesía, pintura... Las demás enfermedades sólo pueden extraerse con sumo cuidado de alguna espina dorsal mal apagada -quizá no sea necesario apagarla- por su tonelaje excesivo para esta época del año chino.
No salgas de la caverna.
Las horas van como locas montadas en un carro tirado por seis gatos salvajes, los equipos contendientes se miran con recelo, se habla de traiciones, maletines y teléfonos rojos, y en esto Pedro Morillas, que no tiene claro si es obvio, elíptico o churrigueresco, pero que se siente asombrado ante la vitalidad sonriente de nuestro maniqueísmo, se apunta a lo que sea, al partido elíptico, a las risas elípticas, al sábado elíptico de las doce en elíptico del mediodía.
No tenemos árbitro. El que teníamos nos ha dado la espantada, harto de las presiones que los poetas elípticos ejercían en los despachos federativos y cansado también de las amenazas de los poetas obvios. La gota que ha colmado el vaso ha sido una llamada, al parecer de un poeta obvio, diciéndole ándate con ojito, que tienes tres hijos que no merecen que les des un disgusto. En fin.
¿Por qué, entonces, me aburre y me cansa ese extracto farmacéutico llamado «poesía pura», sobre todo cuando aparece en forma rimada? ¿Por qué no puedo soportar ese canto monótono, siempre sublime, por qué me adormece ese ritmo y esas rimas, por qué el lenguaje de los poetas se me antoja el menos interesante de todos los lenguajes posibles, por qué esa Belleza me resulta tan poco seductora y por qué no conozco nada peor en cuanto estilo, nada más ridículo, que la manera en que los Poetas hablan de sí mismos y de su Poesía?
Lo dijeron Horacio y el Barroco:
Javier Das es de esos poetas a los que, como Lezama Lima, sólo lo dificultoso se les hace estimulante, pero Das, al contrario que el cubano, ve la mayor dificultad en los caminos que van directos al tuétano. El poeta casimiro se ha enterado de la convocatoria para el partido de fútbol y lo ha tenido muy clarito: lo difícil es ser obvio, lo difícil es salir a la calle y sorprenderse ante el milagro de una barra de pan, un maniquí o el disco verde del semáforo. Y se ha hecho obvio desde ya, lateral izquierdo obvio, o-b-v-i-o.
A Manolo Romero
"El error que cometieron los poetas sociales es que la clase obrera no leía esos poemas y había que bajar el nivel expresivo para que ésta lo entendiera; entonces la poesía se empobreció literariamente, no éticamente, al contrario, éticamente era alta. Como dijo José Angel Valente, “cuántos temas justos y cuántos poemas injustos”.
cuando digo que ella tiene algo que el resto no tienen
El equipo administrador del partido poetas obvios vs elípticos se ha puesto en contacto con los servicios meteorológicos madrileños, que anuncian buen tiempo. Aquí van los detalles:
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María Ávila Bravo-Villasante, poeta nerudiana del sector feminista-revisionista, se ha levantado esta mañana estupendamente obvia y ha decidido firmar por el equipo de las palabras sencillas. "Soy de las que tira la mano y esconde la piedra", ha declarado con intención apaciguadora, dirigiéndose a los elípticos y pidiéndoles que no tergiversen sus palabras, pues al parecer los poetas laberinto tienen fama de susceptibles y manipuladores, ellos sabrán por qué.
Acá nos tienen, entrenando al pedo bajo un sol que parte,
Los elípticos siguen acumulando jugadores y posibilidades. Luis Daniel Pino se ha solidarizado con el bando retorcido y promete visión de juego y lanzamientos de falta desde fuera del área. Sorprende, a pocas horas del partido, el asombroso número de elípticos que se va congregando en torno a uno de los equipos. ¿No eran los elípticos seres aristocráticos y rara avis en el mundo de la poesía? ¿No vivían acosados y clandestinos en su torre de marfil, dedicados por completo a la "obra"? Oh tempora, o mores!
Cuando esté a punto de llegar al cielo
Trenzados los espejos, tienen
LA POESÍA MODERNA tiende a convertirse en un corpus hermético. Se hace para un círculo de iniciados; por los poetas para los poetas. Forman un pequeño ouroboros. Los poetas, al decir de Cocteau, son “mandarines que se susurran secretos al oído”.
A Lolo, sampedro joven en la portería del cielo de Orihuela
Ernesto Castro, tras probarse las gafas obvias y las lentillas elípticas, ha llegado a la conclusión de que ninguna de las dos le sienta bien. Sin embargo, y retomando la senda de su pasada etapa de sofista sacado de un diálogo de Platón, ha decidido optar por el mal menor y se ha apuntado al bando de los poetas laberinto, a pesar de que, anuncia, "los elípticos seguramente pierdan fácticamente, pero más tarde dirán que ganaron simbólico-representativamente". Castro apuesta por empezar en el banquillo y salir al campo para tirar penaltis a lo Panenka.
"No es aconsejable afilar el boomerang".
"Creo que podría sentirme bastante cómodo entre algunos de esos poetas de ahora mismo cuya única escuela es que no tienen ninguna, sino que cada uno va por su lado, aunque me parece que todos ellos comparten, cada uno a su modo, un cierto gusto por el hermetismo y un rechazo hacia ese realismo plano que proviene del siglo XIX y que tan arraigado está en la poesía y la novela españolas. Yo estoy contra la poesía que cuenta las cosas tal y como son, porque para mí el poeta nunca puede caer en lo obvio, no debe ofrecer una fotocopia, sino una interpretación de la realidad, un modo de ahondar en ella, de buscar sus enigmas"